Un blog para descubrir el lado humano de la tecnología y la comunicación, su aspecto más importante, aquello que da sentido a todo el derroche de imaginación y creatividad que se esconde tras cada cable, circuito, imagen, palabra o sonido.

miércoles, 6 de junio de 2012

Brecha digital


Que vivimos en la era de Internet —lo siento, pero el soporte ha fagocitado al contenido, la comunicación— es incuestionable. Que muchas cosas han cambiado, están cambiando o terminarán por cambiar, también. Pero hay cosas que no deberíamos olvidar..., ¡ni permitir!

Internet sólo es accesible para el 30% de los habitantes de este planeta. Y no es sólo una cuestión de países más o menos desarrollados. En nuestra tecnológicamente avanzada —y financieramente en crisis— viaja Europa, alrededor del 40% de la población no se “conecta” habitualmente. De hecho, más de un 20% no lo ha hecho nunca...

Es fantástico poder realizar trámites con las administraciones públicas desde la comodidad de una pantalla, sin prisas y ágilmente, suponiendo que los accesos estén bien diseñados (a veces no es el caso). Poder leer las últimas noticias o llevar en 700 gramos de peso y un centímetro de grosor todas las obras literarias escritas por el hombre y aún quedar espacio para más.

Pero seamos conscientes que hemos entrado en una época de transición —quizá permanente y para toda la vida— en al que necesariamente deben convivir lo analógico y lo digital.

No estoy hablando de nostalgia o romanticismo. No hablo del olor de la tinta en un libro recién impreso, ni de ver y tocar un objeto antes de comprarlo y mirar a los ojos del vendedor. Hablo de millones de personas a nuestro lado a las que esta revolución les ha llegado tarde.

Está muy bien que pueda confirmarse el borrador de la declaración de la renta por Internet... Pero si adoptáramos ése como el único sistema válido demasiadas personas quedarían fuera de juego y sin posibilidades reales de participar. No se tapen los ojos: ya hay trámites que solo se pueden realizar por Internet.

Después de lo que ha pasado con la fotografía analógica —siempre pensé que el carrete resistiría como nicho de mercado y supongo que Kodak, también— no tengo ninguna duda de que el papel tiene los días contados, que los periódicos impresos son muertos vivientes aunque se nieguen a reconocerlo, y que de nuestra historia actual se sabrá muy poco en los próximos siglos porque nos hemos rendido a la cultura de lo efímero en soportes etéreos.

Pero mientras esta revolución no nos alcance a todos, deberíamos tener mucho cuidado de no dejar a nadie atrás.

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