Un blog para descubrir el lado humano de la tecnología y la comunicación, su aspecto más importante, aquello que da sentido a todo el derroche de imaginación y creatividad que se esconde tras cada cable, circuito, imagen, palabra o sonido.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Vanidosos profetas


Dicen sus biógrafos y estudiosos que Stanley Kubrick —la novela se escribió al tiempo que el guión de la película— llamó HAL al ordenador de “2001, una odisea del espacio” a modo de “vendetta” contra IBM. Cada una de las siglas de HAL es justo la letra anterior a las siglas de IBM. Sea como fuere, nadie niega la aportación de esta empresa a la tecnología moderna..., pero cuando se les va la pinza, se les va.

Desde hace siete años por estas fechas IBM lanza a forma de profecía, una visión del futuro tecnológico a corto/medio plazo, basándose en sus propias investigaciones y desarrollos. Vamos, que nos dicen que ya están trabajando en ello para que sea realidad. Como lo de los mayas sea verdad les van a fastidiar.

Este año se han centrado en los sentidos. Nos dice IBM que no tardaremos mucho en encontrar teléfonos que nos permitan “tocar el otro lado”, ordenadores capaces de gustar y oler, y hasta máquinas capaces de “traducir” los balbuceos y resto de sonidos de los bebés... Y de verdad que uno no sabe si reír o asustarse.

Siendo un poco cruel —pero es que estos alardes de vanidad y profecía se lo merecen— me gustaría recordar algunas de sus predicciones anteriores. En 2006, auguraron que nuestros móviles comenzarían a leer nuestras mentes. Menos mal que no lo hacen. ¿Se imaginan qué podría hacer el teléfono con sus pensamientos cuando usted ve en la pantalla de su móvil que su jefe le llama a las once y media de la noche? En 2007 predijeron que conduciríamos de forma completamente diferente. Exceptuando las frenadas por miedo a la pérdida de puntos, la cosa no ha cambiado tanto. En 2008, que hablaríamos a la Web y ella nos respondería hablando En 2009, que los edificios se comportarían como organismos vivos, etc. Es cierto que otras predicciones de esos años van camino de cumplirse, o se han hecho ensayos —cuestión distinta es su implantación generalizada— con relativo éxito, pero otras...

En este mundillo de la tecnología siempre ha habido “gurús” y “stevejobs”. De los primeros, un ejemplo claro es Nicholas Negroponte. Hoy su nombre suena menos, pero hace una década era el “número uno”, la reencarnación de Carl Sagan. Este señor —Negroponte— ya nos vaticinó el fin de los teléfonos móviles, pues serían insertados en nuestros cerebros. También predijo opciones menos glamurosas como la ropa “inteligente” que sabría cuándo tiene que lavarse. Al respecto, todavía esbozo una sonrisa cuando recuerdo la frase de un columnista —Fran Rivera— en la revista MacWorld: “el día en que mis calzoncillos sean más listos que yo tendré un serio problema”...  Junto a ellos, visionarios como Steve Jobs, capaces de soñar cosas tangibles, deseables y construirlas y venderlas. La diferencia es evidente: ¿querría usted un móvil insertado en su cabeza?

Soñar es necesario. Ponerse metas es la herramienta básica en cualquier trabajo, en la vida misma. Decía Steve Jobs —el texto de la campaña Think different fue escrito por él— que “sólo aquellos tan locos que piensan que pueden cambiar el mundo, son quienes lo consiguen”. Aunque también es cierto que muchos son los que mueren intentándolo sin conseguirlo...

miércoles, 12 de diciembre de 2012

¿Está muerto el libro tradicional?


Dice Fernando Savater en una entrevista para la CNN que no. Que puede que a la larga los libros se conviertan en “objetos preciosos que algunos atesoraremos”, pero que de momento no van a ser sustituidos porque “lo del libro electrónico va muy despacio”.

¡Cuidado no les adelanten por la derecha, como le ocurrió a la industria discográfica, a la fotografía y al vídeo! Yo también era de los que creían que la fotografía digital nunca llegaría a acabar con la analógica (de carrete, vamos). Sin embargo, fue un visto y no visto. Intenten conseguir una cámara réflex tradicional de 35 mm y me cuentan...

Es cierto que, a favor del libro tradicional, todavía persisten factores de peso. Y no precisamente el romanticismo de oler y tocar sus páginas.

En primer lugar, el precio. Es lógico que con los actuales precios de los libros digitales la cosa vaya despacio. Pero si creen que manteniéndolos altos protegen al libro tradicional, se equivocan. Ni fomentan su industria, ni la literatura. Y no le echen toda la culpa al IVA, que hay muchos más culpables.

El segundo factor, aún más determinante, es la dificultad de copiar “domésticamente” y con la misma calidad los libros. Al contrario que la música o el vídeo, que pueden replicarse prácticamente sin merma de calidad y con relativa —o suma— facilidad, pasar de un libro en papel a uno digital no es lo mismo. Ni mucho menos.

Así que, aunque es cierto que hay legiones de voluntarios que se dedican al oficio no remunerado de compartir todo lo que pillan, escaneándolo y tratándolo con programas de autoría de libros electrónicos, y que no es tan difícil conseguir una biblioteca gratuita de más de 5.000 libros (algo que es imposible leer en varias vidas), lo cierto es que su calidad y,por tanto, la experiencia de uso no son óptimas.

Pero no se despisten. A medida que el mercado digital legal crezca, esas copias digitales irán pasando a ese espacio donde todo se comparte. No sé cuánto tardará, pero creo que mucho menos de lo que Fernando Savater quiere y piensa. Sinceramente esta batalla me parece perdida.

El tercer factor es intrínseco a la literatura. Su desarrollo y disfrute exige mucho más tiempo, es más personal, no puede compartirse simultáneamente y, por tanto, no tiene la nota de inmediatez que sí se da en la música, en el cine y en la fotografía. Parece que puede no tener importancia, pero la tiene. Aunque probablemente, esto no sea suficiente.

Con todo, me alegro al coincidir con con el señor Savater cuando señala que “lo importante es que siga habiendo literatura, que siga habiendo poesía, filosofía y que siga habiendo lectores en todas esas materias”, con independencia del soporte elegido.

A lo peor, quizá el mayor enemigo del libro sea la calidad de lo escrito y el inmovilismo y voracidad de la industria. ¡Y no les digo más!

miércoles, 5 de diciembre de 2012

El Papa en Twitter


En menos de 48 horas la nueva cuenta del Papa Benedicto XVI en Twitter tiene más de medio millón de seguidores. No está mal, pero...

Sinceramente, no tengo claro cuál es el papel del Papa en las redes sociales. O al menos tengo dudas que conviven con no pocas certezas.

Estoy convencido y soy un firme defensor —y en la medida de lo posible aporto mi granito de arena— de la necesidad de la presencia de la Iglesia, de Jesucristo, en Internet y en las redes sociales. Estoy con el Papa cuando nos anima a evangelizar el continente digital...

También creo que las redes sociales son un foro privilegiado para escuchar, para observar y para entender el mundo que nos rodea. Y en este sentido y función, también son básicas para la Iglesia. La comunicación siempre tiene dos sentidos.

Entiendo que el santo Padre, con su edad y ocupaciones, no va a ser un “tuitero” tan activo. Comprendo que contará —debe hacerlo— con la ayuda de otras personas para las cuestiones técnicas y que, obviamente, será imposible que pueda leer todas las reacciones a sus publicaciones...

Y es entonces cuando me asaltan las dudas. ¿Es buena y necesaria la presencia del Papa en Twitter? ¿Es conveniente exponer su persona y su magisterio al mismo nivel que cualquier otra persona? No es una pregunta elitista, sino de sentido común: en Internet tiene la misma fuerza la voz del que sabe que la del que no.

Por otra parte, ¿es adecuado entrar en el juego de “contar” seguidores y comparar —no tardarán en hacerlo, si no han comenzado ya— con otros líderes y famosos? Está claro que el número no es lo importante —aunque la mayoría piense que sí y los utilice para justificarse— y que nada de esto es lo que se busca o pretende. El Papa ya es popular sin necesidad de Twitter, y su voz escuchada y seguida por millones de personas...

Pero es que, además, si la interactuación de Benedicto XVI con la red no es directa... ¿de verdad compensan todos estos riesgos?

Así que en éstas estoy. Contento y agradecido de que el Papa se sume a este carro y respalde con su presencia los esfuerzos de muchísimas personas que hacen un hueco a Jesucristo en el entramado digital en que se está convirtiendo una porción cada vez mayor de nuestro mundo. Pero, al mismo tiempo, con dudas sobre su idoneidad.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Mándame un "Whatsapp"


Reconozco que resulta difícil. No es cuestión de inteligencia. Nuestras mentes están habituadas a pensar que todo tiene un precio. Por eso, cuando periódicamente se relanza un mensaje viral diciendo que “Whatsapp” va a dejar de ser gratuito, hay un gran número de personas crédulas y bienintencionadas que se encargan de difundirlo entre todos sus conocidos sin plantearse una mínima comprobación sobre la procedencia del bulo, su finalidad, e incluso la lógica de su contenido.

Cuesta entender la gratuidad, aunque en el caso de “Whatsapp” no existe realmente. Los usuarios de iPhone hemos pagado al adquirir esta aplicación desde siempre. Menos de un euro. Probablemente, es con este dinero con el que montaron la empresa, su infraestructura. Hay muchos iPhones por el mundo, y prácticamente todos han descargado esta aplicación. Cuando surgió posteriormente Android, en estos terminales, “Whatsapp” se anunció como gratuito el primer año y con un coste fijo anual a partir del segundo de entre 1 y 2 euros. Pero lo cierto es que no conozco a nadie al que le hayan cobrado.

Así pues, ¿de qué vive esta gente?

Pues hay varias posibilidades. La primera sería el modelo de Google o Facebook: publicidad. La masa de usuarios de “Whatsapp” —siempre en constante crecimiento— es un mercado publicitario apetecible. Sin embargo, de momento, no hay publicidad en la aplicación.

El segundo modelo es el del “mercado de posibles”. Se basaría en unos costes más bien reducidos y unas expectativas de ingresos futuras. Pero, ¿de dónde vendrían esos ingresos futuros? Podría ser de cuotas anuales, de publicidad, pero también de la venta de la empresa a alguien que quisiera incorporar este servicio de mensajería como un valor añadido a su propia oferta. Si tengo que apostar por algo, me quedaría con esta opción. Probablemente, Google invirtió lo suficiente como para conseguir que la aplicación fuera gratuita para los usuarios de Android. Puede que lo siga haciendo. Apple —que podría haber estado interesada— ha preferido “competir” con “iMessage”, como servicio gratuito exclusivo para la plataforma. Las propias operadoras de telefonía —las más perjudicadas económicamente por “Whatsapp”— han pretendido responder con aplicaciones y servicios de nueva creación y, probablemente, de escaso recorrido, así como con la gratuidad de SMS en ciertas condiciones.

La tercera opción de financiación es la más siniestra: la venta de datos personales. Además de ser ilegal, tampoco tiene mucho sentido. “Whatsapp” tiene acceso a nuestro número de teléfono y al nombre que nosotros le indiquemos (que no tiene por qué ser el verdadero). Y con nuestros contactos pasa lo mismo. Como mucho a nuestra ubicación, si se lo permitimos. Poca información me parece para rentabilizarla.

Casi nada puede asegurarse al cien por cien. Como mucho Hacienda y la muerte, aunque yo quitaría a la primera y, como creyente, añadiría a Dios y su misericordia. No sé si el uso del “Whatsapp” seguirá siendo gratis en el futuro, pero sí les aseguro que, si deja de serlo, será la empresa quien nos lo comunique a todos simultáneamente a través de sus servidores y su cuenta de Twitter, que utiliza para comunicar los fallos del sistema. Es más fácil y cómodo para ellos. Y desde luego, no creo que la gratuidad dependa de enviar 20 veces el mismo mensaje a sus contactos. Piensen: ¿qué sentido tendría cobrar por el uso y no cobrar por un mayor uso?

Es difícil predecir si no estamos ante una auténtica “burbuja”, pero personalmente creo que “Whatsapp” terminará siendo adquirida por un pez más grande. aunque también es verdad que cada vez quedan menos candidatos.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿Simplismo o concisión? ¿Sabiduría o demagogia?


A raíz de un mismo fenómeno, permítanme dos reflexiones.

¿No tienen ustedes la sensación, últimamente, de que el refranero o las “citas” de —o atribuidas a— personajes célebres están tomando las redes sociales? Hay personas que parecen no tener otra ocupación a lo largo de la jornada: varias veces al día cuelgan pequeños pensamientos y reflexiones —casi nunca propias o personales— extraídas de libros, agendas o la tradición popular. Supongo que con la intención de ayudar a otros seres humanos a los que ni siquiera se conoce y de mejorar el clima en Internet y en la sociedad. En el fondo, todos tenemos alma de profeta y escribir en Internet se parece mucho a gritar en el desierto.

Dice el cardenal Ravasi, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, y que de estas cosas sabe un poco, que Jesucristo resumió la esencia de la fe en menos de 140 caracteres: “El tiempo se ha cumplido, el reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en el Evangelio”. ¡Cuéntenlos! Son 89. En griego, dice que menos.

Realiza el cardenal estas declaraciones para defender la utilización de todos los medios de comunicación —también las redes sociales— en el anuncio y propagación de la fe. Y lo hace afirmando que los mensajes deben ser elocuentes, claros y concisos, “sin abandonar nunca la profundización”. Mi pregunta es si esto es siempre posible. Y es que Jesús pudo resumirlo en 89 caracteres, pero se pasó tres años explicándolos y no terminaron de entenderle. Me temo que incluso dos mil años después hemos terminado de “pillarlo del todo”.

Yo mismo, durante una temporada el pasado año, intenté aportar micro-reflexiones —propias y personales— en 140 caracteres. He de reconocer que el esfuerzo me era útil a mí mismo al obligarme a captar y transmitir la esencialidad de forma clara y concisa, dejando la puerta abierta a la interiorización y profundización. Lo cierto es que no sé si a alguien más le sirvió.

Concentrar mensajes en 140 caracteres no es fácil. Y en la mayoría de los casos la simplificación nos puede llevar al simplismo cuando sacamos la frase su contexto o buscamos su simple elocuencia estética y políticamente correcta. Es entonces cuando la sabiduría popular puede llevarnos a la demagogia. ¿O es que no se han dado cuenta que, sin rebuscar demasiado, en el refranero popular pueden encontrar frases para afirmar una cosa, y frases para afirmar lo contrario?

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Vale... ¿y?



En el mundo de la información sobre tecnología en los últimos años existe una máxima no escrita —aunque muchos la han escrito ya, ciertamente— que dice algo así como: “pon a Apple en tu titular para tener más visitas, opiniones o comentarios... y si es para mal, mejor”. A muchos no les descubriré nada nuevo si les digo que en el actual entorno de las redes sociales, más visitas, opiniones o comentarios, es más caché y más dinero.

Fieles a esa política no pocos medios y columnistas no tienen reparos en singularizar en Apple comportamientos que son comunes a toda la industria tecnológica, e incluso a la no tecnológica. Trabajadores “explotados” en China, hasta llegar a doblar el número de suicidios sobre otras zonas del país, huelgas, son noticias que, de forma recurrente, vuelven una y otra vez, utilizando a Apple como gancho. Y es que, en ocasiones, el propio texto de la información deja claro que la empresa de la manzana no es la única, o que ni siquiera se ha visto afectada realmente. Aún más, en la misma empresa, los trabajadores que montan productos para Apple cobran un importante sobresueldo que abona directamente la compañía de Cupertino. El resto de trabajadores, no.

La más reciente es una supuesta denuncia económica que, con la que está cayendo, puede tener intereses ocultos. Resulta que Apple, de todos los impuestos que paga a nivel mundial, sólo el 2% se hacen efectivos fuera de Estados Unidos. ¿Significa que Apple sólo paga como impuestos un 2% de sus beneficios?. No. Significa que en cada país abona sus impuestos y que en la suma total de todos, el 98% de tales impuestos los abona en su país de origen, utilizando leyes y tratados internacionales que le permiten hacer este tipo de compensaciones. ¿Es Apple la única que hace esto? No. Todas las grandes empresas multinacionales lo hacen, incluso las españolas. Es más, Apple no hace como otras corporaciones que sitúan su sede en paraísos fiscales para pagar menos.

Háganse una pregunta. Ya les he explicado el porqué de utilizar a Apple como reclamo..., pero ¿por qué emplear una formulación de titular tan rebuscada que, en una lectura rápida, parece querer decir que Apple —como el resto de multinacionales— sólo abonan el 2% de impuestos sobre sus beneficios? ¿Desde qué base ideológica se pretende dar esa visión en un contexto socioeconómico como el que estamos viviendo?

¡Qué ganas tenemos de echarles las culpas de todo lo que nos pasa a otros!

miércoles, 31 de octubre de 2012

Periodistas de la Red

El debate lleva tiempo encima de la mesa. Las redes sociales parecen estar cambiando la definición y el perfil del periodista.

Mientras unos, los de la vieja escuela, siguen reclamando para sí la exclusividad del uso del término, lo cierto es que cada vez son más las personas que utilizan las redes sociales como fuentes de información, donde algunos de los usuarios más activos se autodefinen también como periodistas.

Las consecuencias y el seguimiento del huracán Sandy en Nueva York ha sido un buen ejemplo. Desde las redes sociales se ha podido recibir y dar información con mucha más rapidez y celeridad con que cualquier otro medio de comunicación hubiese sido capaz de proporcionar. Y todo eso gracias principalmente, a millones de usuarios que, de forma altruista y voluntaria, se han dedicado a difundir imágenes e informaciones. Se pongan como se pongan, eso es periodismo.

Es cierto que en algunos casos se han producido exageraciones y retoques fotográficos para hacer las narraciones más impactantes y con ello conseguir mayor popularidad. Es inevitable: todo el mundo aspira a sus diez minutos de gloria o, en términos modernos, a su millón de seguidores/amigos. No obstante, el mal uso no niega, ni empobrece el mayoritario buen hacer...

El caso es que, pese a esta relación de celos-amor-odio-respeto, la interacción entre periodistas y redes sociales es cada día más estrecha. Según un estudio publicado por Felipe Sahagún, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, "el 55% de los periodistas usa las redes sociales como fuente de información", lo que no deja de ser una contradicción, dado que uno de los principales ataques del gremio es la falta de verificabilidad y rigor de las informaciones que se pueden hallar en la Red.

Por otra parte, tampoco es menos cierto que un buen número de profesionales hacen gala del número de seguidores con que cuentan en Twitter o Facebook, como termómetro de su prestigio y buen hacer...

Me temo que buenos y malos periodistas los ha habido y los habrá, con independencia del medio. Internet y las redes sociales solo han multiplicado su número. Brutal y exponencialmente. Pero no han creado el problema, que siempre ha sido el mismo: la falta de honestidad. No con uno mismo, ni con los lectores, sino con la verdad.

Lo demás son celos, recelos y viejos privilegios llamados a la extinción.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Televisión e Internet


Primero fue en Francia. Allí se la conoció como la "ley de los tres avisos". Ahora es en Estados Unidos donde se va implantar un sistema similar. Los proveedores de Internet, una vez detectada la descarga "ilegal" de contenidos avisarán a los infractores de forma gradual, llegando incluso a actuar sobre sus conexiones a Internet. De momento dicen que no se plantean la suspensión del acceso a la Red, pero resulta curioso que recaiga en el amonestado la carga de la prueba...

Sin entrar en valoraciones sobre la legalidad y la eficacia de estas medidas, me gustaría lanzar algunas preguntas al aire, porque no todos los casos son iguales. No todo lo que se descarga es cine en cartelera. Las series de televisión generan un tráfico incluso mayor.

Y es que, si alguien tiene contratado un servicio de televisión de pago, sigue una serie y un día no puede verla ni grabarla, ¿de verdad es un acto ilegal buscarla en Internet y descargarla para verla en el momento que pueda? A fin de cuentas, ya paga por verla, ¿no? ¿No sería incluso lógico y un servicio que debería ir incluido en la suscripción a la televisión de pago el poder ver los programas emitidos cuando a uno le viene mejor? ¿Todavía no se ha dado cuenta nadie que sí el consumo de contenidos ha ido migrando de la televisión al ordenador también es por la capacidad de ver lo que uno quiere cuando quiere, o acceder a lo que nadie emite o vuelve a emitir? ¡Sin tantos, ni tan cansinos cortes publicitarios! ¡Sin esperas forzosas hasta que acaba el partido de fútbol en la cadena vecina! ¡Sin tener que trasnochar para ver el final del episodio semanal!

Aprendan y den un buen servicio en lugar de gastar el dinero en perros guardianes a los que siempre se podrá burlar. Creen una verdadera televisión a la carta. Pongan a disposición de los usuarios todos los contenidos y a cualquier hora. Y no pretendan cobrar por lo que ya deberían estar haciendo...

Y háganlo antes de que otros lo hagan y reinventen su negocio, obligándoles a bailar al son que les marquen. Hay empresas especialistas en eso y rumores desde hace tiempo. La forma de ver la televisión está cambiando, y lo hará con ustedes o sin ustedes...

jueves, 18 de octubre de 2012

El "gratis total" se va a acabar


No me refiero al Whatsup, por mucho que de vez en cuando surjan bulos diciendo lo contrario y cadenas de correos virales de familiares y amigos a los que dan ganas de contestar aludiendo a su capacidad intelectual. ¡Llueve sobre mojado!

En el fondo, lo que ocurre es que cuando te acostumbras a que se paga por algo, que luego otros te lo den gratis mosquea. Y también lo contrario. Pretender cobrar por lo que ha sido gratis de momento a nadie le ha funcionado. Que se lo digan a los medios de comunicación digitales y, sobre todo, a la industria del cine, música y —dentro de poco— libros.

Hace unos meses Movistar y Vodafone dijeron que iban a dejar de subvencionar terminales con la excusa de poder abaratar los servicios. Ni lo uno ni lo otro. Es cierto que "sacarles" terminales se ha puesto más duro y caro, pero se han seguido consiguiendo (al menos, las grandes cuentas, o si se trataba de portabilidades desde otras compañías que no se han subido a ese “carro”). Y de lo de la rebaja en el precio de los servicios, ofertas puntuales aparte, ¿ustedes la han visto? Yo, no.

El caso es que una muy buena fuente me avisa de que Movistar va a endurecer todavía más el tema, apuntando a la financiación por cuotas mensuales (una especie de leassing) de terminales. Me dice mi amigo que asumen la pérdida de clientes y hasta la han cuantificado.

Yo no lo tengo tan claro. Cuando has acostumbrado a la gratuidad es difícil salir de ese círculo. Depende de lo que hagan el resto de compañías y de si se han quedado cortos en los cálculos.

En el peor de los casos, para los fabricantes, el público optará por terminales más baratos con similares prestaciones. Todas las marcas venderán menos en las gamas altas, excepto algunas que, aún resintiéndose en sus ventas, mantienen un “plus” por el que hay personas dispuestas a pagar...

Y aunque ahora lo vean como necesario, para las operadoras puede que tampoco sea un buen negocio. La baja calidad de los terminales puede provocar un empobrecimiento de la experiencia de usuario que se traduzca en la contratación de menos servicios o más baratos.

Sin contar con que, rotos los puentes de colaboración entre operadoras y fabricantes, a éstos no se les ocurra convertirse en operadores móviles virtuales a nivel global. Ese ruido de sables no es nuevo. De momento a Apple le han parado los pies porque existen subvenciones a las terminales y eso son ventas. Pero si desaparecen...

Recuerden los rumores: en sus primeros diseños el iPhone 4 no llevaba “tarjeta”...

miércoles, 10 de octubre de 2012

Culpar al mensajero


Antes de empezar, una premisa: confíen en aquéllos a quienes conocen —y, como diría el televisivo doctor House, ni siquiera siempre, porque todo el mundo miente, al menos de vez en cuando— y nunca olviden que el 99’9% de lo que leen en Internet lo escriben perfectos desconocidos (lo que no niega necesariamente su posible buena intención, veracidad, reputación o validez).

Dicho lo cual...

Un estudio de la correduría de seguros Uniteco Profesional ha detectado en el último año el incremento de demandas a profesionales médicos de hasta un 40% en algunas especialidades. Según los autores del mismo, y representantes de la profesión médica, este hecho se debe, principalmente, a dos causas: Google y la crisis económica...

La crisis económica —según estos señores— estaría en la base de unas demandas con las que los afectados más astutos intentarían paliar sus necesidades. Por otro lado, Google sería la herramienta que posibilitaría encontrar información sobre las enfermedades y sus tratamientos para fundamentar tales reclamaciones.

Puede que no les falte razón. Aunque puestos a dudar de las intenciones de una parte interesada económicamente —los pacientes— tampoco deberíamos olvidar que también hay intereses económicos en la negación de posibles negligencias por parte de aseguradoras y médicos...

La cuestión es que Internet puede no ser una fuente fiable, y que nos puede crear una falsa apariencia de conocimiento en muchas materias... Pero es que tampoco ayuda —y hablo de una experiencia reciente— que en menos de 24 horas le tenga que explicar a cinco médicos una misma sintomatología y que, con el informe del alta en la mano, encuentre una descripción de la misma que tan solo contiene algunos rasgos de lo explicado cinco veces, habiendo sido completado con afirmaciones “de libro” que vienen a encajar con el diagnóstico y el tratamiento. No digo que diagnóstico y tratamiento hayan sido erróneos, pero hay síntomas previos inventados...

Ante una enfermedad cercana —propia o de un familiar— es lógico querer saber. Internet está ahí. Es una enorme fuente de conocimiento, y también de error. Google es solo un índice, e Internet un inmenso libro con muchos autores.

Puede que haya picaresca, pero sobre todo hay necesidad de información completa, veraz y comprensible. No sabremos medicina, pero entendemos el castellano. Habría que esforzarse más en explicar que en simplificar... Y eso es algo que hace mejor Internet que la mayoría de los médicos...

jueves, 4 de octubre de 2012

Un año sin Steve


El día cinco se cumple el primer aniversario de la muerte de Steve Jobs, un hombre que supo aglutinar, contagiar y liderar a las personas que le rodeaban para que fueran capaces de crear, reinventar y redefinir la tecnología y, sobre todo, nuestra relación con ella.

Es difícil definir en una palabra está visión. Quizá la que más sea acerque sea "simplicidad". Pero también, transparencia, amigabilidad, y muchas otras que me dejo en el tintero. "Si un aparato para hacer cosas cotidianas necesita un manual de instrucciones es que está mal diseñado". Ese podría ser el lema nunca escrito, pero siempre presente en los productos tecnológicos que han visto la luz bajo la inspiración de Jobs. "No es lo que haces, ni siquiera solamente cómo lo haces, sino principalmente cómo te sientes al hacerlo", podría ser otra de esas frases no escritas.

Y es que, en esto de la tecnología, siempre habrá personas que se dejen dominar por sus gadgets y otras que los dominen para adecuarlos a lo que verdaderamente quieren y necesitan. Nadie nace esclavo de su teléfono, su iPad, su ordenador, consola. Internet...

Aunque muchos se sigan empeñando en definir a Jobs como un dictador que pretendía dominar y decirnos a todos cómo teníamos que utilizar la tecnología, lo cierto es que gracias a su espíritu e ideas es justo lo contrario. Probablemente alguien habría llegado, recorrido esos mismos caminos, pero no lo hicieron antes ni de esa forma.

Sin el Macintosh la informática actual no puede explicarse, ni su presencia en el hogar, ni siquiera la metáfora de escritorio. Jobs no creo las piezas, pero las combinó y articuló para que funcionaran conjuntamente. Y lo mismo se puede decir de la música digital, de la forma de escucharla, seleccionarla y, en algunos casos, hasta adquirirla. O de los dispositivos de conexión permanente a Internet. El iPhone y el iPad han marcado, en esa historia, un antes y un después. Puede que no lo suficiente como para decir que han cambiado el mundo..., pero de alguna manera, sí la forma y los tiempos de relacionarnos con él.

No es bueno dejarse deslumbrar por la luz y no ver los puntos oscuros... Pero tampoco lo es dejar que las sombras oculten esa misma luz que las ha creado.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Tecnología y neuronas


No hace tantos años usted y yo guardábamos en nuestra memoria un buen número de datos: nombres, teléfonos, algunas direcciones... Hasta aprendimos a realizar operaciones matemáticas sin usar la calculadora del móvil y sin papel.

Lo cierto es que cada vez nos cuesta más recordar números de teléfono —para eso está la agenda del teléfono— o calcular a cuánto salimos a la hora de pagar en grupo. Ahora nos toca acordarnos de “usuarios”, pines y contraseñas. Y no siempre. Muchas personas las llevan anotadas o utilizan siempre las mismas, con el riesgo que eso conlleva.

Podría decirse que la tecnología nos está debilitando mentalmente. Al menos nuestra capacidad para recordar. ¿No les ha pasado todavía que les han tenido que mostrar una foto para convencerles de que habían estado allí? Les pasará, siempre que las fotos digitales sobrevivan lo suficiente en el disco duro de alguien.

Es cierto que el universo digital pone a nuestro alcance vastos conocimientos, pero al mismo tiempo nos hace desterrar otros. Alguno de ellos, básicos.

Pero al tiempo que este proceso de “atontamiento” parece irreversible, las mismas tecnologías que lo producen están siendo utilizadas desde hace tiempo para frenarlo. En prácticamente todo dispositivo móvil existen juegos para estimular nuestras neuronas. Las pantallas táctiles han supuesto una revolución en el tratamiento de enfermedades como el Alzhéimer. Y los bancos de recuerdos intentan preservar nuestra memoria individual y colectiva...

Esta es la neutralidad de la tecnología. Imposible condenarla, e inapropiado divinizarla...

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Pagar por informar


La locura se extiende, no les quepa duda.

A finales del pasado mes se hizo pública la existencia de un proyecto de ley en Alemania que pretende obligar a Google a pagar a diarios y revistas por indexar sus noticias. E inmediatamente la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) aplaudió una iniciativa que, en su opinión, “permitirá una mayor defensa de la propiedad intelectual de los diarios impresos y digitales en la Red”.

Lo cierto es que sobre esta pretensión de los medios de comunicación tradicionales se viene especulando y reflexionando desde hace mucho tiempo. Y, aunque no de forma directa por esta causa, la empresa del buscador está siendo investigada por posición dominante en la Unión Europea.

El problema no está en las búsquedas. Existen otros motores, incluso más veteranos, que son seleccionables por el usuario. Si la mayoría escogemos Google, cuando nadie nos obliga, será porque hace las cosas mejor que otros, o simplemente por inercia. Eso no es culpa de Google. Ahí no debería entrar ninguna autoridad política.

En realidad la cuestión es pecuniaria. El hecho de que Google sea el buscador más utilizado le permite “dominar” el mercado de la publicidad en Internet, que es de lo que vive esta empresa. Lo que a los diarios les molesta no es que Google cite y enlace sus artículos y noticias. A fin de cuentas, eso les hace más populares, aumenta sus visitas y su prestigio. Lo que les duele es que los ingresos publicitarios se los lleva el buscador en mayor porcentaje que ellos mismos. Y puede ser que no les falte razón y que Google debiera compartir parte de esos beneficios con las fuentes de contenidos que sirven como reclamos para su publicidad..., pero eso no tiene nada que ver con la propiedad intelectual.

Siguiendo el propio razonamiento de los editores, éstos también deberían compartir sus beneficios con los personajes públicos que, con sus actos o palabras, se convierten en noticias que después venden a sus lectores.

¿Se imaginan a los medios de comunicación pagando por reproducir entrecomilladas frases y exabruptos varios de políticos, sobre todo en campaña electoral, o famosillos de tres al cuarto? Pues lo que hace Google es prácticamente lo mismo. Y como el buscador, millones de personas, desinteresadamente (económicamente, que no ideológicamente) en las redes sociales.

Me temo que la solución a los problemas de financiación de los medios en Internet no pasa por cobrarle un “impuesto” a Google o a los usuarios (vía suscripción o canon en su conexión de Internet de banda ancha). Nadie ha encontrado la fórmula todavía...

En cualquier caso, creo que es momento de dejar de ver la información, los contenidos, como una forma o excusa para vender publicidad. Éste sí es el problema...

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Hágaselo usted mismo


En realidad, en esto de la tecnología digital el bricolaje apareció desde bien pronto. Solo ha ido evolucionando...

Recuerdo los primeros años de la era PC. Los clónicos. Aquellos expertos aficionados que se dedicaban a comprar un ordenador a piezas y ensamblarlo en casa. O pedir en la tienda que se lo montaran. Todavía se hace, pero seamos realistas: mucho menos. Los tiempos cambian. Se venden más ordenadores portátiles que de sobremesa, aunque luego se dejen apoyados sobre una mesa y conectados a la red de forma constante durante semanas e incluso meses. ¡Allá ellos y sus baterías! La cosa es que un portátil es más difícil de montar a piezas. Y de tabletas y smartphones no hablemos...

Tras el bricolaje de hardware llegó el del software. Buena culpa de ello la tuvieron Apple y desarrolladores como Adobe, Aldus, Macromedia e incluso Microsoft. La autoedición —y la piratería— hizo salir a diseñadores de hasta debajo de las piedras. Algunos mejores y otros peores, pero casi todo el mundo aprendió a hacer carteles, revistas y páginas web sin necesidad de nada más que un ordenador y el programa adecuado.

Esta pasada semana Amazon ha presentado productos y ha hablado sobre el programa de autoedición digital de libros destinado a aquellos autores que no encuentran editorial que les publique o, simplemente, quieren tener el control total sobre su obra. Lo mismo ha ocurrido con el mundo de la música y, dentro de poco, con el cine.

Se lamentaba Jeff Bezzos, el jefe de Amazon, de la ignorada cantidad de buenos escritos que se pueden haber perdido por el rechazo de las editoriales tradicionales. Lo que no decía es que también es cierto que la autopublicación sin filtros de calidad puede inundar el mundo de mediocridad y hacer más difícil encontrar verdaderas joyas entre tanta oferta. Para gustos, colores..., pero ¿no había mayor calidad en la música de hace veinte años que ahora tras varias promociones de “triunfitos”?

Es inevitable. La tecnología está cambiando las reglas del juego. Y realmente, para hacer lo que hacen hoy, comienzan a sobrar intermediarios, por muy grandes e importantes que sean como industria. Quizá dentro de unos años incluso sea Amazon la que sobre, pero eso todavía no lo saben.

El problema con Internet es que te encuentren, no que puedas ofrecerte... Esperemos que la calidad siempre pueda ser hallada.

miércoles, 8 de agosto de 2012

¿Quién soy, de dónde vengo, cuánto tiempo me queda?


No. No me he convertido en un eco de los replicantes de “Blade Runner”. Y quien no sepa de qué estoy hablando, que acuda rápidamente a su proveedor habitual de cine y que hoy mismo visione esta fantástica —y mítica— cinta de Ridley Scott...

David Kendrick, un inventor de Nueva York, patentó en 1991 un reloj que, basándose en la edad, salud y estilo de vida de su propietario marcaba su hora de la muerte. Obviamente, sin ningún rigor científico. Pero el “bichito” tenía su (poca) gracia.

Porque claro, imagínense un reloj que inicia una cuenta atrás. Que a cada clic de reloj va descontando segundos en tu vida. Y que cuando se acerca la fecha pronosticada, incluso comienza a hacer sonar todo tipo de alarmas. Lo cierto es que no sé si vendió muchos relojes y si hubo un alto porcentaje de “aciertos” —aunque solo fuera del susto— entre sus compradores, pero a mí este reloj no me hubiera durado en la muñeca ni dos telediarios...

En el fondo, los seres humanos —como los replicantes de la película— buscamos respuestas y alojamos un deseo incontenible de eternidad. La invención y comercialización de este reloj, en el fondo, es una buena prueba de ello...

miércoles, 1 de agosto de 2012

En crisis..., pero a la última


Noticia en Libertad Digital, aunque con un titular mal expresado que me permito corregir: “España duplica a Europa en el número de tabletas por habitante. Frente al 14% de media en nuestro país, se registra el 7 % en Europa, según datos del informe Mobile Life”, realizado por la empresa de investigación de mercados TNS. Incluso el 21% de españoles planea la compra de una, frente al 15% del resto de europeos. Supongo que la anunciada subida del IVA puede disparar estas ventas.

Y es que estaremos en crisis, al borde de la quiebra, manifestándonos y repartiendo culpas a diestro y siniestro (que eso depende del color político del corazón), pero con estilo y a la última.

Está claro que hay gente que lo está pasando muy mal, que los recortes —justos e injustos, necesarios o superfluos— afectan a muchas personas... Pero como signo de contradicción, ahí están las conclusiones de este estudio.Y no vayan a confundirse: la encuesta no se ha realizado entre políticos y banqueros, sino entre personas normales afectadas más o menos por la crisis.

No se equivoquen: para muchas personas, la renuncia a sus móviles, tabletas, internet y demás tecnologías, no está entre las primeras opciones en caso de venir mal dadas.

miércoles, 25 de julio de 2012

¿Alguien paga estos estudios?


Un estudio realizado por ESET —una compañía de seguridad informática— revela que el 27 por ciento de los padres han tenido problemas personales derivados de la utilización que sus hijos han hecho de sus 'smartphones' y 'tablets', debido a que utilizan los dispositivos de sus padres de una manera inadecuada.

Todos lo hemos hecho alguna vez, pero yo diría que el que utiliza su dispositivo de manera indebida es el padre que lo pone en manos de sus hijos pequeños sin tomar las precauciones oportunas o, incluso, desentendiéndose del aparato.

Y es que, de lo que menos puede pasarle a uno, es que el gadget sufra una rotura. Un 12,2 % de los encuestados aseguraron que sus hijos borraron información del dispositivo, un 7,3 % de los menores compartieron información en redes sociales desde los perfiles de sus padres y un 7,6 % enviaron mensajes inconvenientes utilizando cualquiera de las aplicaciones de comunicación.

Es bueno incorporar a los niños a las nuevas tecnologías, e incluso hay aplicaciones específicas para ello, pero un smartphone o una tablet no son juguetes. Ni baratos. Saber eso es cosa de adultos, no de niños.

miércoles, 18 de julio de 2012

Amigos por kilos


Lo dice el refrán. El dinero y el poder hacen amigos. No de los de verdad, de los que valen la pena, es cierto, pero “amigos”. Resulta que en las Redes Sociales como Facebook también ocurre algo similar.

La reputación de empresas o incluso de internautas particulares se mide por el número de seguidores. Y no sólo es cuestión de prestigio, ese número puede tener también valor en el mercado de la publicidad —ingresos extraordinarios— o en el laboral, a la hora de preparar un currículum de cara a una entrevista de trabajo.

Por eso hay empresas que venden seguidores. ¿A cuánto? Pues depende del número, pero no son muy caros: a unos 300 euros los 5.000 (a 0,6 euros la unidad). Se trata de un mercado competido dado lo fácil que es encontrar la oferta. Lo pueden hacer a través de Google.

Así son las cosas. Este es el precio del anonimato y la libertad. Cualquiera puede engañar y hacer trampas en la vida real. En Internet es más fácil. Pero, en realidad, ¿a quién engaña un obsesionado con el número de amigos hasta el punto de estar dispuesto a comprarlos?

Aunque puede que haya otros estafados por el camino, yo creo que, en el fondo, son quienes actúan así los que se engañan a si mismos...

miércoles, 11 de julio de 2012

Pues creo que no... del todo


Según un reciente estudio del CIS, el 81% de los españoles considera que con el uso de nuevas tecnologías como Internet o los teléfonos móviles la gente se aísla más. El resto de cifras también son como para llorar: un 75,7% piensa que las personas "se vuelven más perezosas", un 66,1% que provoca que la gente desaproveche o desperdicie más su tiempo, mientras que un 51,9% cree que facilita hacer nuevas amistades. Y como guinda, un último dato: de los encuestados —casi 2.500 personas— más del 36% no se han conectado a Internet en los últimos tres meses...

Y a mí que me parece que ni los encuestadores saben de qué están hablando... ¡Es imposible ser usuario de Internet y estar tres meses sin conectarse, salvo que uno esté en coma!

Es cierto que Internet puede restar espacios para el contacto físico personal, pero no necesariamente aísla. En muchos casos, acerca e incluso facilita reencuentros. Todo depende de las personas, y de lo que busca.

En el extremo opuesto, tampoco es cierto que Internet ayude a hacer nuevos amigos. Pueden haber casos, pero los verdaderos amigos no son los seguidores de Twitter, Facebook o Tuenti. Los amigos de verdad, o son de carne y hueso, de los que les llamas a las 3 de la madrugada y acuden o no lo son de verdad. Las redes sociales no lo son principalmente de amigos, sino de conocidos y contactos. Tienen su utilidad, pero nadie es amigo de todas las personas cuyo teléfono lleva en su agenda del smartphone.

Lo que me demuestran este tipo de encuestas —que, como todas, no proclaman verdades, sino impresiones subjetivas— es que muy pocas personas entienden y sacan verdadero provecho de Internet y sus dispositivos de conexión permanente (teléfonos y tablets). Mi experiencia gestionando una flota de estos 20 gadgets lo corrobora.

Al final, uno encuentra lo que busca.

Por eso, lo importante en tecnología no es ser más, hacer más o más rápido, más grande y con más potencia. Hay muchas empresas que todavía no han terminado de entenderlo. Y muchos compradores, que tampoco. El truco es cómo te permite hacer lo que hace, cómo te estimula a hacerlo y, sobre todo, con qué sabor de boca te quedas después de conseguirlo... Steve Jobs sabía mucho de eso. Bill Gates todavía lo intenta. Steve Ballmer es un caso perdido. Y los chicos de Google y Amazon se están descentrando a marchas forzadas...

miércoles, 4 de julio de 2012

También “los de la tele” van al Cielo


El pasado 28 de junio el Papa Benedicto XVI reconoció a heroicidad de virtudes y declaró venerable a Mons. Fulton Sheen, Arzobispo Emérito de Rochester, uno de los sacerdotes más representativos de Estados Unidos por su ardua labor evangelizadora a través de la radio y la televisión. Se trata de un nuevo paso en el proceso de beatificación, iniciado en 2002.

Mons. Sheen nació en el Paso (Illinois) en 1885. Durante 22 años —desde 1930— dirigió un popular programa de radio (The Catholic Hour, La hora católica). Tras su consagración como obispo, en 1951, condujo un espacio televisivo (La vida vale vivirla) que llegó a tener una audiencia de 30 millones de telespectadores semanales y ganó dos premios Emmy.

Pasa por ser el primer sacerdote católico que usó la televisión para anunciar el Evangelio. Su reconocimiento en vida lo recibió tres meses antes de morir, en 1979, durante la visita apostólica que hizo el Papa Juan Pablo II a Estados Unidos. El beato le abrazó y le dijo: "¡Has escrito y hablado bien de Nuestro Señor Jesucristo. Eres un hijo leal de la Iglesia!".

miércoles, 27 de junio de 2012

Lo digital de verdad...


Seguro que han oído variaciones sobre el chiste de la tecnología digital, la de los cinco dedos de la mano... Pues lo cierto es que tiene menos de chiste de lo que parece y bastante de realidad.

Cuando contemplamos un aparato electrónico de alta tecnología (un smartphone o un tablet) uno imagina con facilidad largas cadenas de producción robotizadas y limpias. Pues lo cierto es que las cadenas son largas, pero no tan robóticas.

Oficialmente hay en China unas 700.000 personas fabricando productos como el iPhone o el iPad. Si sumamos los empleados para otros productos y marcas la cifra puede multiplicarse un par de veces. Y aquí va el dato, aunque les sorprenda: para “montar” —no hablamos de la fabricación de los componentes— un iPhone o un iPad se requieren hasta 141 pasos a lo largo de 5 días y pasando por 325 pares de manos. ¡Qué nadie dude de que se trata de tecnología digital!

No crean que todos se debe a una cuestión de costes. Aunque es cierto que las condiciones de trabajo pueden ser extenuantes y los sueldos ridículos si los comparamos con los nuestros (y conste que los trabajadores de las líneas de producción de Apple son unos privilegiados frente a los demás), lo cierto es que es difícil igualar el grado de precisión y flexibilidad de unos ojos y manos humanas. O conseguirlo en robots, todavía hoy, a un precio asequible.

En cierta medida, y mucho más real que el mito de la “obsolescencia programada”, una teoría que vendría a explicar el diseño de los aparatos electrónicos con una “vida útil” determinada que obliga a su sustitución y mantiene el consumo, ésta es la realidad de la tecnología: el futuro de los próximos años ya está inventado y existe, pero todavía no puede producirse a unos precios asumibles por los futuros compradores.

Ahí entra la mano de obra barata “especializada” —en hacer repetidamente lo mismo con una pericia suficiente— en economías de países emergentes, que tarde o temprano dejarán de serlo, momento en el que se verán sustituidos por otros.

El modelo económico de producción de bienes está agotado, tiene fecha de caducidad, pero algunos todavía no se han enterado, y otros proponen soluciones inaceptables...

Por lo pronto, Apple ya está invirtiendo en robótica. Y conste que eso tampoco va a arreglar nada.

miércoles, 20 de junio de 2012

Locuras tecnológicas


En Estados Unidos son muy dados a realizar encuestas y estudios de mercado. La última que llama mi atención es la publicada por el portal, dedicado a la compraventa de “gadgets” de segunda mano y noticias tecnológicas en general, Gazelle.com.

Con motivo del inminente 5º aniversario de la puesta en venta del primer iPhone 3G (el 29 de junio), han preguntado a sus compatriotas si renunciarían a su teléfono inteligente antes que a mantener relaciones sexuales durante un fin de semana. El 15% de los encuestados se quedarían con el móvil.

Pero la sinrazón no es sólo patrimonio de los norteamericanos. Cerca de Tokyo se puede encontrar un antiguo santuario shintoista —Kanda Myojin— con más de 1270 años de antigüedad, donde se pueden comprar amuletos y bendiciones para proteger dispositivos electrónicos, para evitar el robo de identidad, para que tu negocio digital empiece bien o para que siga funcionando sin problemas. Todo eso por 800 yenes (unos 8 euros). Una ganga, vamos.

¿Y en España? Pues las encuestas dicen que el 55% comemos con el móvil al lado, sobre la mesa y que muchos le hacen más caso a él que a la persona a la que tienen delante. El 40% sólo lo silenciamos —no apagamos— en el cine, y le echamos un vistazo en mitad de la película si vibra. Incluso dicen que en un 10% de los casos, el usuario contesta una llamada que se produce mientras tiene un “momento íntimo” con su pareja. ¡Si hasta nos lo llevamos al cuarto de baño y lo usamos como reloj!

Sinceramente, a veces creo que no estamos bien de la cabeza...

miércoles, 13 de junio de 2012

Paradojas


En el fondo, lo que les voy a comentar hoy viene a abundar en la idea de que la tecnología no siempre es ética y moralmente calificable como buena o mala, sino el uso que hacemos de ella, o incluso el uso para el que fue diseñada...

Seguro que han visto escenas similares: un grupo de niños jugando entre ellos y en un rincón apartado, otro jugando solo con su video-consola portátil, teléfono o tablet. Pero quizá ese niño esté jugando —online— incluso con más chavales que los que brincan a su alrededor. Es cierto que su juego será menos saludable, aunque sus posibilidades de lesión a corto plazo sean menores, pero cada vez hay más video-juegos sociales. es decir, de esos que se juegan en compañía, ya esté a dos metros o a dos mil kilómetros de distancia.

Pero no piensen solo en niños. Esto de los “gadgets” también nos afecta a los adultos. Hace poco leía un estudio que decía que nos llevamos los móviles y tabletas hasta al cuarto de baño. Y no sería extraño que hubieran escuchado —o leído— que el iPad —asuman que da nombre a la categoría— viene a fomentar el consumo individual de contenidos obstruyendo no solo el diálogo, sino algo tan simple y gratificante como la experiencia de toda la familia haciendo o viendo lo mismo a la vez. Aunque bien mirado, leer un libro —de los clásicos, en papel— viene a hacer lo mismo, ¿no? Y, si me guardan el secreto, ahora que no nos oye nadie, de pequeño me llevaba tebeos —Don Mikis, para ser exactos— cuando iba a visitar al señor Roca.

Lo mismo ocurre con Internet. Decimos que las personas se aíslan del mundo físico, e incluso se evaden y crean falsas realidades que al final pueden devenir en trastornos de conducta (cuando no algo más grave). Y sin embargo, a través de Internet se mantienen contactos, se crean lazos y tienen lugar no pocos re-encuentros.

Incluso hay quien se toma el uso integrador y terapéutico de la tecnología muy en serio. No es el primer estudio clínico sobre la materia, pero aquí pueden leer la noticia: “El iPad ayuda a los niños con autismo a comunicarse con los demás”.

Y ahora que Apple lo ha dejado en desuso en sus presentaciones, permítanme un “one more thing” sobre este tema que nos ocupa. ¿Se han planteado lo difícil que puede tenerlo un ciego en este mundo de pantallas táctiles? Pues sepan que son muchos los desarrolladores de software para el iPad (y también para otros sistemas operativos) que se ocupan de que personas como ellos, y con otras dificultades y minusvalías, no queden fuera de juego. En la última presentación, este pasado lunes, Apple les rindió un emotivo homenaje, que pueden ver en vídeo, desde alrededor del minuto 6 y hasta el 15. No dejen de ver el último de esos minutos. Será porque estoy perdiendo agudeza visual, pero yo también me sumo: gracias...

miércoles, 6 de junio de 2012

Brecha digital


Que vivimos en la era de Internet —lo siento, pero el soporte ha fagocitado al contenido, la comunicación— es incuestionable. Que muchas cosas han cambiado, están cambiando o terminarán por cambiar, también. Pero hay cosas que no deberíamos olvidar..., ¡ni permitir!

Internet sólo es accesible para el 30% de los habitantes de este planeta. Y no es sólo una cuestión de países más o menos desarrollados. En nuestra tecnológicamente avanzada —y financieramente en crisis— viaja Europa, alrededor del 40% de la población no se “conecta” habitualmente. De hecho, más de un 20% no lo ha hecho nunca...

Es fantástico poder realizar trámites con las administraciones públicas desde la comodidad de una pantalla, sin prisas y ágilmente, suponiendo que los accesos estén bien diseñados (a veces no es el caso). Poder leer las últimas noticias o llevar en 700 gramos de peso y un centímetro de grosor todas las obras literarias escritas por el hombre y aún quedar espacio para más.

Pero seamos conscientes que hemos entrado en una época de transición —quizá permanente y para toda la vida— en al que necesariamente deben convivir lo analógico y lo digital.

No estoy hablando de nostalgia o romanticismo. No hablo del olor de la tinta en un libro recién impreso, ni de ver y tocar un objeto antes de comprarlo y mirar a los ojos del vendedor. Hablo de millones de personas a nuestro lado a las que esta revolución les ha llegado tarde.

Está muy bien que pueda confirmarse el borrador de la declaración de la renta por Internet... Pero si adoptáramos ése como el único sistema válido demasiadas personas quedarían fuera de juego y sin posibilidades reales de participar. No se tapen los ojos: ya hay trámites que solo se pueden realizar por Internet.

Después de lo que ha pasado con la fotografía analógica —siempre pensé que el carrete resistiría como nicho de mercado y supongo que Kodak, también— no tengo ninguna duda de que el papel tiene los días contados, que los periódicos impresos son muertos vivientes aunque se nieguen a reconocerlo, y que de nuestra historia actual se sabrá muy poco en los próximos siglos porque nos hemos rendido a la cultura de lo efímero en soportes etéreos.

Pero mientras esta revolución no nos alcance a todos, deberíamos tener mucho cuidado de no dejar a nadie atrás.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Mira mamá: sin manos


Lo leo en el periódico (http://www.lasprovincias.es/20120529/economia/volvo-coche-conductor-piloto-201205291051.html) y creo que se empiezan a confirmar mis sospechas: hay visionarios tecnológicos que se han empeñado en atontarnos. Si no han visto Wall-E, háganlo después de leer esta columna y verán hacia dónde parece que nos encaminamos...

Resulta que el fabricante sueco de automóviles Volvo ha realizado en España los primeros test en carretera abierta de un “tren de carretera” formado por un vehículo que actúa como guía y por otros coches dirigidos de forma electrónica, que reproducen las maniobras del primero.

Al margen del miedo —o pánico— que pueda producirles la idea de poner sus vidas en manos de una máquina (hace unos meses Google consiguió licencia de circulación para su prototipo de vehículo sin conductor en Estados Unidos y, si vuelan, sepan que el avión lo hace prácticamente todo), lo más significativo son las intenciones declaradas de la empresa: “mejorar la seguridad en las carreteras, así como reducir el impacto medioambiental del transporte y disminuir la posibilidad de que se produzcan grandes atascos”. Incluso, yendo un poco más allá, “mejorar el confort de los conductores, de manera que puedan realizar otras actividades durante la conducción, como el uso de ordenadores portátiles, leer un libro o comer de forma relajada”.

¡Y yo que creía que el autobús y el tren ya servían para eso...!

¿Y qué pasa con aquéllos a los que —pese a campañas de la DGT, señalizaciones sin sentido y normas obsoletas y hasta peligrosas— nos gusta conducir? ¿Por qué empeñarnos en hacer cuatro cosas a la vez y no disfrutar de ninguna de ellas? Y ni siquiera eso, porque hacemos que sean las máquinas quienes las hagan...

Vean Wall-E y observen la felicidad de los humanos que aparecen en la película, porque eso es lo que nos espera.

miércoles, 23 de mayo de 2012

No es otro mundo


Escuchas a los medios de comunicación, incluso las conversaciones de la gente, y parece que crece la conciencia universal de que Internet está “creando” un universo paralelo, virtual, en el que hay que entrar para no quedarse “fuera de juego”, o de la historia.

Se habla de reglas nuevas, de lenguajes nuevos, de peligros nuevos... Pero si se paran a pensarlo un poco, no es cierto.

Internet no es un mundo aparte. No es otro universo. Internet forma parte de este mundo y sus reglas, para bien o para mal, son las mismas que las de este mundo. Y en el fondo, también lo son sus peligros, logros, y hasta su lenguaje. Lo que es moralmente reprobable en Internet también lo es en la vida real. Y viceversa. Ciertamente, si observamos con detenimiento y profundizamos en su esencia, en Internet “no hay nada nuevo bajo el sol”.

Efectivamente, todo puede ser más rápido, tener un mayor alcance en el corto plazo y costar mucho menos, tanto en esfuerzo como en medios económicos..., pero no es otro mundo.

Internet es otra herramienta. O una combinación de muchas de ellas. Una especie de “navaja suiza” con múltiples filos y utensilios que, en muchos casos, ni llegaremos a usar ni sabremos par qué sirven. Una herramienta. Nada más. ¡Y nada menos!

Así que no piensen en futuros virtuales. Internet no tiene más vida que la que le prestamos sus usuarios. Y cuando nos cansemos de él o encontremos un sustituto mejor, lo apartaremos de nuestras vidas como hemos hecho con tantas cosas e inventos que revolucionaron el mundo a lo largo de la historia. Porque, díganme, ¿alguna vez han llegado a poner un telegrama? O ¿cuánto hace que no escriben una carta y pegan un sello para enviarla? Pues en su día, el correo y el telégrafo revolucionaron la forma de comunicarnos. Y el mundo, de paso...

viernes, 18 de mayo de 2012

Desvelando el secreto

No les voy a mantener con el suspense mucho tiempo. Ni les voy a entretener demasiado. Ni hoy, ni nunca.

Lo que el bit esconde es al ser humano. No uno, sino muchos. Cada uno de ustedes. Detrás de cada bit hay una persona que programó, diseñó, usa o simplemente ve. Sin esas personas, no sólo el bit no existiría, sino que perdería su única y auténtica razón de ser.

Así debería ser la tecnología y —si me apuran— la ciencia: al servicio del ser humano. Debería ayudarnos a sacar lo mejor de nosotros mismos, a exprimir nuestras potencialidades y hacerlo de forma amigable, simple, sin complicaciones. El uso de la tecnología no debería necesitar de manual de instrucciones.

Dicho todo lo cual, me voy despidiendo con una promesa: la finalidad de este blog es ayudarles a descubrir el lado humano de todo esto y contribuir a su reflexión. Todos, ustedes, nosotros, yo, somos las partes importantes de la ecuación. Los chips y los bits son prescindibles... ¡pero nos pueden hacer todo tan fácil y bonito...!